Todo
texto presenta dos organizaciones de su contenido. Por un lado, la estructura
externa, esto es, la disposición de los elementos tal y como los percibimos
(párrafos, estrofas...); y por otro, la estructura interna, esto es, la
organización de las ideas y su interrelación (partes en que podemos dividir un
texto, ideas principales y secundarias.).
Hasta
el texto más pequeño presenta una estructura determinada y una composición predeterminada
de los elementos y de las ideas. Debéis,
por tanto, precisar en qué partes se puede dividir un texto desde el punto de
vista de su contenido y señalar cómo se relacionan entre sí las diversas ideas,
principales y secundarias, que afloran en el texto.
Normalmente,
en los textos breves podemos destacar entre dos y cuatro partes, relacionadas entre
sí por el tema o idea principal. A veces, las partes coinciden con los
párrafos, las estrofas o las intervenciones en un diálogo. En otros casos, la
estructura ya viene definida por el tipo de texto. (Recordemos que un editorial
periodístico tiene dos partes: titular y cuerpo, que es el texto, y que éste a
su vez se divide en tres partes: introducción, desarrollo y conclusión del asunto
tratado; en un texto narrativo, también podremos distinguir tres partes:
planteamiento, nudo y desenlace). Otras veces, sobre todo en fragmentos
literarios, la determinación de la estructura no es tan sencilla; debemos
entonces recurrir a otras circunstancias: personajes, modalidad textual
(narración, descripción, diálogo, exposición, argumentación.), tiempos
verbales, etcétera.
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