Es la idea principal del texto, que debemos expresar de
forma clara y breve.
Siempre
con pocas palabras. En la mayoría de los casos, puedes expresarlo con un
sustantivo y un complemento, por ejemplo: El problema del ruido.
El
tema principal suele ir acompañado de otros secundarios que lo apoyan, lo
desarrollan o lo complementan. Explica cuáles son esos temas o motivos
secundarios; sin embargo, no debes entrar en rasgos episódicos o anecdóticos. Y
también, en la mayoría de los casos, el título del texto refleja o se
corresponde con el tema. Es un buen punto de partida, pero no siempre es así.
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