La literatura es necesaria y útil porque es al mismo tiempo una ventana (para conocer personas, lugares, épocas) y un espejo (para mirar dentro de nosotros mismos). Puede que sea un lujo, pero es un lujo de primera necesidad.
Antonio Muñoz Molina (1994)
Nació en Úbeda (Jaén), el 10 de enero de 1956.
Su padre trabajaba en
una huerta y vendía hortaliza en el mercado de abastos de la ciudad. Antonio no
abandonó sus estudios gracias al empeño de sus maestros, que convencieron a su
padre. Luego estudió el Bachillerato Superior en el Instituto de Enseñanza
Media San Juan de la Cruz, de Úbeda, en donde recibió, según sus propias
palabras, una enseñanza sólida y un trato a la vez firme y respetuoso de los
profesores, que son los pilares de su educación y su ciudadanía. La
formación intelectual que no podían darle sus padres la recibió de sus maestros
en la escuela y de sus profesores en el Instituto: por eso tal vez ha sido y es
un defensor tan apasionado de la instrucción pública como fundamento de la
justicia social.
En Granada estudió
Historia y allí se quedó casi veinte años. Empezó a trabajar en el Ayuntamiento y
en ese tiempo escribió sus primeros artículos en el Diario de Granada, se casó con Marilena Vico, nacieron sus dos
hijos y publicó su primera novela, Beatus
Ille (1985).
Los libros se siguen
materializando en los años siguientes: Antonio, 1983; El
Robinson Urbano, 1984; Beatus Ille y
Arturo, 1986; El invierno en Lisboa, 1987; Beltenebros y Elena, 1989. Su primer matrimonio duró hasta 1991. En el otoño de
ese año le concedieron el premio Planeta por El jinete polaco.
En 1992 se marchó a
Madrid a vivir con Elvira Lindo, con quien se casó en 1994.
Miembro de la RAE
desde 1996, donde ocupa el sillón u,
ha recibido numerosos premios y reconocimientos, entre los que destaca el
Príncipe de Asturias de las Letras (2013).
Siempre tuvo un
contacto directo con la prensa como articulista. Como ya hemos visto, empezó en
el Diario de Granada, más tarde
siguió en el ABC y, desde 1990,
escribe en El País.
En 1990 fue por
primera vez a Nueva York. Después ha regresado para dar clases en la
Universidad o como director del Instituto Cervantes.
Otros libros suyos han
sido Ardor Guerrero, 1995; Plenilunio, 1997; Sefarad, 2001; El viento de
la luna, 2006; La noche de los
tiempos, 2010; Todo lo que era sólido
(2013).
Fragmentos:
El jinete polaco (1991) es una obra en la que vuelve a ese mundo de la
infancia y la adolescencia, con sus lugares, sus personajes y sus vivencias.
Ellos me
hicieron, me engendraron, me lo legaron todo, lo que poseían y lo que nunca
tuvieron, las palabras, el miedo, la ternura, los nombres, el dolor, la forma
de mi cara, el color de mis ojos, la sensación de no haberme ido nunca de
Mágina y de verla perderse muy lejos, al fondo de la extensión de la noche.
Plenilunio (1997) gira en torno al asesinato de una niña. Muñoz
Molina muestra, a través de una prosa cargada de indignación y ternura, que lo
más terrible puede formar parte de nuestra vida cotidiana.
De día y de noche iba por la ciudad buscando
una mirada.
Vivía nada
más que para esa tarea, aunque intentara hacer otras cosas o
fingiera que las hacía, sólo miraba, espiaba, los ojos de la gente, las caras de los
desconocidos, de los camareros de los bares y los detenidos en las fichas. El inspector
buscaba la mirada de alguien que había visto algo demasiado monstruoso para ser
suavizado o desdibujado por el olvido…